Bien buena, pero sí, súper dramática. Muchas emociones todos los capítulos. Harto llanto.
Igual lo que más destaca es su estilo narrativo. Cada capítulo está en tiempo real, pues es una sola toma continua de principio a fin. 50 minutos en la pantalla son 50 minutos en ese mundo ficticio. Eso hace que la serie sea bien especial en su manera de abordar la trama.
Lo tengo claro, pero es un recurso también. Mi hijo tiene toda la pinta de haber heredado mi TDAH, lo que significa que tiene una fuerte necesidad de estimulación. Cuando no está viendo tele, eso se traduce en hiperactividad. Es muy cansador. YouTube ahí viene al rescate, porque con unos videos es capaz de quedarse sentados por un buen rato.
Por otro lado, hay contenido ahí que en sí mismo no es malo. Tienes las canciones de Cantando Aprendo a Hablar, con música escrita por fonoaudiólogas, u otros canales que son muy del estilo de las actividades pedagógicas que hacen en el jardín. De hecho, en el jardín le ponen música de Luli Pampín y la Granja de Zenón, aunque sin el video.
De ahí que uno cae solito en la trampa. Uno sabe que es adictivo, pero también sabe que funciona. Tratamos de usar formas de sacar el beneficio sin generar problemas, pero es difícil. Requiere mucha autovigilancia, cosa que como adulto con TDAH no me sobra.